lunes, 30 de julio de 2012

Confundido?

En un arranque de frenesí, Thalia cogió de las manos a Panky para bailar una sensual lambada, Panky solo se dejo llevar. 
Estaba apenado por lo sucedido con Pamela, trataba de comprender la actitud que tomó frente a Sandra, pero por un momento resolvió postergar todo y dedicarle un poquito de su interés a esta chica bellísima y seductora que le infundía una alegría que le estaba haciendo falta. Tan entretenidos andaban los dos que se olvidaron del pobre de Mauricio que cuando, una hora y media después, al fin le echaron un ojo se toparon con un espectáculo lamentable: Mauricio yacía recostado sobre la mesa, privado de sueño agarrando sin fuerza un vaso de whisky tibio.
En lugar de condolerse por el estado de su compañero ebrio, los dos se rieron a mas no poder.
Minutos más tarde, cuando la fiesta ya terminaba, los tres abandonaron el lugar. El cuerpo balbuceante de Mauricio fue depositado en el asiento delantero del taxi como un paquete de supermercado. Thalia y Panky subieron atras.
 Panky echó momentáneamente al olvido la imagen de la extraviada Pamela. Eran las 11:30 de la noche y Thalia propuso seguirla en algún otro lado. A Panky no le faltaban ganas, pero el cadáver etílico de Mauricio, y la obligación moral de llevarlo a su morada se interponían en los planes. 
Al llegar a casa de Mauricio todos bajaron y llevaron al "zombie" hasta la puerta, el viento de la noche hizo que Mauricio reaccionara un poco, lo suficiente como para despedirse y entrar "en automático". 
Panky, ya solo con Thalia, no supo cómo actuar ni qué decir. Thalia le propuso caminar un poco; era una señal inequívoca de que no deseaba irse todavía. Panky se puso más nervioso: sentía que estaba entrando en una espiral de tentaciones de la que sería difícil zafarse. 
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- La pasé muy bien, Panky, Ha sido mostro conocerte 
- Sí, yo también. Espero verte pronto... O sea, con Mauricio
- Mira, Panky, yo soy bien directa y te digo algo: Mauricio es solo un amigo. Me divierte, pero no me interesa de otra manera
- Bueno, supongo que eso lo desconsolará un poquito
- Pero igual sería mostro vernos…

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La conversación fluía y Panky no hizo nada por oponerse al curso natural de la charla. Lo que hizo a continuación fue pedirle el teléfono. 
No tenía intenciones reales de llamarla, pero sintió que era lo que correspondía a un momento como ese.
Conversaron y rieron. Cada tanto ella se frotaba las manos para calentarlas. Cuando por fin llegaron a casa de Thalia, se miraron sin hablar. 

El silencio era la obvia antesala de un primer beso. Por dentro Panky se muñequeaba. No solo estaba el tema de Pamela y sus sentimientos hacia ella. También estaba el tema de Mauricio, su amigo leal, quien le acababa de confesar solo unas horas atrás que estaba dispuesto a conquistar a Thalia.
Es verdad: Thalia le había aclarado que Mauricio era solo un amigo, pero eso no quería decir que no podrían llegar a ser algo más. Cuántas grandes historias de amor empezaban así: con la actitud esquiva de uno de los protagonistas.

Sin embargo, ninguna treta mental, por muy bien armada que estuviera, podía atenuar la sensación de proclive que Panky sentia en ese momento hacia lo prohibido. 

Darle un beso a Thalia equivalía a desconfigurar mas sus sentimientos. Lo sabía perfectamente. 
Sabía que apenas tocara esos labios con los suyos abriría la válvula de nuevos inconvenientes. 
Sería un acto de placer muy costoso. Y a pesar de todo, lo hizo. 
La besó. La besó con la maestría de un vaquero impasible: la cogió con fuerza por la cintura, la apretó contra él y hundió sus labios con las de ella.
La besó y luego se despidió, sin decir nada. Thalia se quedó pasmada, estática.

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