Sarcasmo
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Romina es esa chica que siempre para de buen humor, que nada le perturba, que contagia con su lado positivo de ver las cosas, que anda metida en todo y siempre apoyando cualquier iniciativa. Yo, totalmente antagónico, andaba cabizbajo, afligido y con ganas de mandar al diablo todo.
-¿Qué tienes? -preguntó al notar mi desánimo al final de un largo día de trabajo.
-A veces siento que no soy bueno para nada en particular -respondí.
-No digas eso- me animó destilando alegría.
-Pues así es, "Todo me male Sal" -me quejé medio en broma.
-Pues yo creo que eres bueno en muchas cosas -me alentó Romina- no te desanimes, todos tenemos altibajos.
-Pues últimamente sólo tengo "bajibajos" -me lamenté-. todo va de mal en peor.
-Escúchame -me interrumpió Romina -tú eres de esa clase especial de personas que son buenas siendo buenas.
-Oh vaya estoy curado, muchas gracias. -respondí zumbón.
-Deja ya tu maldito sarcasmo -me increpó.
No supe qué responder, sus palabras me habían desarmado de todo cinismo.
El tiempo no tardó en darme una lección. A los pocos días Romina se molestó conmigo por arruinar un almuerzo con mi mala costumbre de tomar el lado depresivo de la vida. Durante dicho refrigerio no hice más que lamentarme de que la vida carezca de sentido y de que todo sea absurdo y contingente.
Romina también me dejó en claro que tiendo a no llevar una conversación seria, haciendo candonga de todo, burlándome o cambiando de tema, con bromas o comentarios fuera de lugar.
-Debes de cambiar, el sarcasmo no te llevará a nada bueno -me increpó.
-¡Cómo que no!, me llevó al "Congreso Nacional de Sarcasmo Lima 2019".
-¿En serio?
-Pues... No.
En su cara se dibujó una automática sonrisa de molestia, de esas que no muestran la dentadura, sino solo la línea oblicua de la boca; como una media luna o un paréntesis inconcluso; Se arrimó hacia mí y cogiéndome los hombros con las manos me dijo:
- ¡Ay!, ¡ya no se como conversar contigo!.
Cómo se construye una relación amistosa o amorosa en medio de ese deprimente panorama existencial, es algo que no pude explicar. Creo que ni Sartre ni Nietzsche hubieran podido. Romina, linda pero no idiota, me mandó por un tubo y me dejó muy en claro que, si no empiezo a tomar las cosas en serio y ver el vaso medio lleno, me voy a quedar sólo.
Después de todo, ella tenía razón; soy de los tontos que dejan pasar la vida mientras van ocupados con sus neurosis. Felizmente, también soy de los tontos que hacen de todo por alguien especial. Incluso, dejar de hacer tonterías.