miércoles, 9 de octubre de 2019

Cómo perder a tu novia

El día que Jorge me contó que se había ilusionado con una muchacha de nombre Mónica a la que había conocido en un cumpleaños, pensé en solo eso, una ilusión, como nos pasa a muchos, algo pasajero; sólo lo felicite. Me proporcionó una serie de detalles de la mujer que había interceptado en dicha reunión; pelo castaño, 25 años,con predilección por las mismas películas, música, libros y lugares. Según Jorge entre los dos había una sintonía increíble, una conexión galopante.

Han pasado casi 3 meses desde esa conversación, Jorge llegó a estar con la chica en cuestión; pero ahora, 3 meses después, decidieron terminar la relación. Al parecer la química inicial, potenciado por el asueto fiestero y bullidor, no bastó para que el enamoramiento cobrara fuerza. Así ocurre supongo. Algunas parejas funcionan, otras no tanto, y otras creen que funciona aunque sea un embuste. En las ultimas horas he tratado de hacer un examen de conciencia para identificar dónde y cuándo es que exactamente la "fregamos"; producto de esas reflexiones surgieron estos "tips" para que tu novia te deje en tiempo récord.

Cuéntale todo lo que haces, cuéntale por ejemplo que chateas de vez en cuando con tu ex enamorada, por que aun son amigos; por más que se lo comentes en nombre de la transparencia y la justicia, al contárselo le enterrarás una duda en la cabeza, aunque le asegures que son chateos inofensivos y que tu ex esta con novio, ella creerá que aun guardas sentimientos reprimidos hacia ella. Tu ex siempre será una competencia; tú puedes haberla olvidado, pero tu novia nunca lo hará.

Dile todo lo que piensas; no reprimas ningún pensamiento ante tu novia, por muy inadecuado que sea. Si están caminando juntos y pasa una chica curvilínea, con un cuerpo fogueado en el gimnasio, con sus generosas redondeces musculares saltando a la vista y tu instinto bruto te empuja a mirarla y, claro, tu novia se da cuenta y te pregunta: "¿La estabas mirando?, ¿A esa operada?", ni se te ocurra contradecirla con un "Yo creo que es natural";  Si le dices todo lo que pasa por tu cabeza, no hay duda que te dejará más temprano que tarde. También te dejará si no le dices lo que quiere escuchar. Hay cosas que las mujeres quieres oír, independientemente de que a los hombres nos provoque decirlas.

Mantén tu espacio, sigue cumpliendo con tu rutina, tus hábitos y tus normales actividades, y tu chica no tardará en mandarte al diablo. Ese discurso de que cada uno debe mantener su espacio, que resulta muy efectivo en la etapa de seducción, no siempre se respeta una vez que la relación ya esta formalizada; mantén el almuerzo con los compañeros del trabajo de los jueves, la peloteada los fines de semana con tus patas, las sesiones de Play Station con tu mancha, y tu solo iras edificando la torre que aplastará tu relación. Solo así aprenderás que no puedes tenerlo todo y que hay cosas que debes sacrificar en nombre de una relación medianamente estable, pero cuando la lección llegue, por supuesto, ya no te servirá de nada.

Olvídate del regalo del primer mes; si creías que los regalos y detalles eran cosa de adolescentes y mocosos sensibles, te equivocaste. Si no la quieres perder, ni se te ocurra llegar a su casa con las manos vacías; te sentirás horrible cuando veas que ella abre la puerta y sale a tu encuentro con un par de regalos en la mano; te sentirás mal cuando veas que uno de esos regalos es una camisa preciosa que te queda exacto, y te sentirás peor cuando veas que el otro obsequio ha sido hecho por ella misma, un regalo simbólico que fabricó en silencio, robándole horas de sueño y trabajo. Mientras las abrazas para agradecerle tendrás que ir pensando en una buena excusa para justificar tal descuido imperdonable. Le dirás "Gracias amor, no debiste molestarte" cuando en el fondo lo que quieres decir es "Pucha me cagaste, no te traje ni una flor". Le dirás que saliste tarde de la oficina, y que no estabas seguro de cuáles eran sus tallas de ropa ni zapatos; dirás lo que sea pero será inútil. Quizá ella no diga nada en ese momento acerca de tu austera manera de celebrar una fecha tan especial; quizá te haga creer que "nadie regala esperando algo a cambio"; pues, mentira. En la segunda o tercera pelea, cuando menos lo presientas, ella te recordará lo tacaño e insensible que fuiste al olvidarte de ese regalo que nunca llegó, ¡basura!.

No la acompañes a ningún evento; para algunas mujeres, no todas, tu existes como su enamorado en la medida que existas objetiva y fácticamente para el resto. Tienes que ser socialmente evidente, cambiar en el facebook tu estatus, acompañarla a múltiples cumpleaños, babyshowers, lonches,
y demás reuniones con gente de su entorno. Algunas de esas tertulias resultan muy entretenidas, otras no tanto, pero igual no es recomendable negarte a ellas. Jorge descuidó mucho ese aspecto con Mónica, según él por su agenda muy recargada y otras excusas más. Si no acompañas a tu novia, se sentirá sola, desprotegida y en medio de esas reuniones pensará, con toda razón, que su enamorado es un tarado por no estar a su lado.

jueves, 3 de octubre de 2019

Que planes


Otro fin de semana y, para variar, no tengo qué hacer, nadie llama al celular, ni recibo mensajes; todos los amigos con los que me provocaría salir o están casados o están con enamorada o en inminente proceso de tenerla. Por ese motivo ni les timbro. No quisiera interferir en sus planes, ni acoplarme a ellos, no tengo ganas de hacer el papel de violinista. Ya más de una vez he salido en grupo, con dos o tres parejas. Es entretenido si vamos a comer y tomar algo, el hecho de estar sólo pasa completamente desapercibido. 
Pero es lúgubre cuando proponen ir a bailar y una vez en la discoteca observas cómo tus amigos, en un gesto de tierna y silenciosa solidaridad, se van turnando para no dejarte sólo. Es peor cuando sus novias ejercen de "consideradas" y te sacan a bailar para que tú, el soltero del clan, también te diviertas, como si fueras un lisiado al que hay que tratar de hacer sentir normal. Es más penoso aún cuando todos quieren bailar una canción de moda, y para no abandonarte al borde de la barra te arrastran a la pista, hacen un circulo y te empujan dentro, creyendo que así te hacen un favor.

Cansado de que no ocurra nada, decido meterme al cine, quiero ver "La Pasión de Javier Heraud", película biográfica sobre un poeta guerrillero peruano; sin embargo al ver que falta más de una hora para que empiece, me decido por otra, una comedia romántica gringa que esta por comenzar, cuyo afiche promocional sugiere ser extravagante y graciosa; me siento como un bicho raro haciendo una cola que está completamente formada por parejitas acarameladas. Al boletero también le debo parecer un tipo extraño, pues insiste repetidas veces "¿una entrada o dos?", "¿sólo una?".

La sala es un campo de concentración amoroso, hay dúos de novios y esposos de todas las edades, están en todas las filas, apretujados, desparramados sobre sus asientos, compartiendo el mismo pote de canchita. La película no puede ser más predecible, es sobre un típico galán exitoso que se fija en la niña agraciada, antisocial (Cliché), ésta a la vez esta convencida de que este adonis es un patán mujeriego, sin embargo el galán demuestra que tiene sentimientos sinceros por ella (Cliché); pero para convencerla, y antes que se marche muy lejos, va a alcanzarla al aeropuerto pasando por muchas peripecias para llegar (Cliché), ya en el aeropuerto brama todo lo que siente por ella y se arrodilla jurando amor sincero y, el colmo de los clichés, todo el aeropuerto está tan conmovido con la escena que, cuando la pareja se abraza y besuquea, todos aplauden sonriendo. FIN.

La cinta termina y todas la parejas desalojan la sala, se les ve más enamoradas que cuando llegaron, se han dejado persuadir por la utopía de la historia y el azúcar que el filme a segregado y ahora se creen más felices que hace dos horas.
Si alguna vez me sentí así, no recuerdo; sin embargo si ha habido muchas películas que me han cautivado, de géneros distintos, como Sliding Doors, Cruel Intentions, Rang de Basanti; por mencionar algunos. En fin, será en otra ocasión.

sábado, 10 de agosto de 2019

Resfriado

Es sábado y estoy tumbado en mi cama, mi cuerpo no ha soportado el frió intenso cusqueño y ha caído abatido, extenuado; presa de un catarro y de unos malditos escalofríos que son como pequeños electroshocks.
Una mala costumbre que tengo es buscar en linea algún remedio, y claro, a los pseudomedicos online de mis amigos; así tomo dos grajeas de considirex y dos comprimidos de rosafixidin 500 y dos más de tetrapoulisinoma 2000 y para que agarre bien medio vaso de cerveza malta. Conclusión: Nunca automedicarse.
Luego de 1 hora de alucinaciones, voy a la clínica, esta vez esperando el dictamen y asesoramiento de un profesional con estudios y especializaciones, super serio y experimentado que me pregunta -¿De qué color son tus mocos?- dicha pregunta me causa gracia así que sonrió -Aun no he descubierto el color exacto, así que diré "verde canario"- Respondo esperando una sonrisa que no llega. Veredicto final: Inyectables.

Paso a la otra habitación donde una, no tan amable, enfermera espera:
- Buenas, necesito que me aplique una inyección contra el resfrió.
- ¿Es alérgico a algún medicamento?.
- No, a lo que soy alérgico es a las agujas- broma que no cayó nada bien a la enfermera.
- Bueno, bájese los pantalones por favor.
- Señorita, recién nos conocemos, como va a decir eso...- Broma que cayó peor a la enfermera.
- Usted es gracioso, igual que mi ex, ese maldito también era gracioso.
- Señorita, ¿me va a doler?...

Y sí, dolió, no falta el amigo que te dice "vamos por un par de te piteados o unas chelas y estarás como nuevo". Alguna vez lo he intentado, pero nunca ha funciona, te sentirás mejor ese momento, si,  pero al día siguiente estarás doblemente mal; además no hay doctor que recete "un par de shots cada dos horas".

Por ahora voy por mi segundo inyectable, no se si lo que más me molesta es el resquebrajamiento temporal de mi salud, o esta sensación de absoluta inutilidad y dependencia. Refundido sobre el colchón, soy un completo cero a la izquierda.
Es en momentos como estos que uno extraña compañía, una chica que me engría, que me cuide, que me provea de mimos y me tome la temperatura, y se quede a mi lado, leyendo revistas o viendo Netflix, mientras yo me recupero.

Aunque, claro, tal vez no sea buena idea del todo, puesto que las parejas, en la enfermedad, se las arreglan para ejercer uno de sus pasatiempos favoritos: Discutir.
Si es uno el que está enfermo, reclamará hasta el chantaje sentimental que la pareja permanezca al filo de la cama y se olvide de sus planes. Por el contrario, si es el otro el que cae constipado, uno tratara de hacerle entender que su estado, por muy delicado que sea, no puede recortar la libertad de nadie.
En ambos casos uno siempre exagerará su postura para ganar la pulseada y promoverá maquiavélicamente una gresca para hacer sentir mal al otro.

- Si quieres ir, ve y diviértete con tus amigas, cof, cof (tos de mentira). No te preocupes por mí, me quedaré aquí, aburrido, postrado en el lecho del dolor, viendo entre sueños la escuálida cara de la muerte.
- Ay, amor, no seas melodramático; hoy es mi fiesta de graduación. No puedo dejar de ir. El plan era ir contigo, pero no puedes. Además me he quedado contigo desde la mañana.
- Esta bien, anda, yo no te retengo, pero que conste, cuando tu estés enferma y mis patas organicen una encerrona, yo no me quedo contigo, conste.

Polémicas como esa se desatan entre novios cuando uno de los dos cae infectado por un virus. A pesar de esa posibilidad, creo que me caería bien en estos momentos una agradable compañía.

martes, 18 de junio de 2019

Insomnio

Pensé que el siglo XXI traería consigo solaces y definitivos vientos de modernidad y tolerancia, sin embargo aún noto prejuicios de los más trasnochados. Aún hay muchos crédulos que ven el casamiento como la única metáfora posible de la realización sentimental, y secretamente consideran que si permaneces sólo más allá de los 30 eres poco menos que un fraude.

Más de una vez en los matrimonios de amigos o parientes, he sido el blanco de los comentarios intrigantes de las mamás y las tías, que al momento del saludo me preguntan "¿Y tú para cuándo hijito?".
Aunque en el momento canjeo muecas con ellas como si se tratase de un chiste, estoy seguro de que me lo preguntan en serio, tal vez por que en sus cabezas el matrimonio sigue siendo una suerte de podio que alcanzar, o de carrera a cuya meta uno tiene que arribar más temprano que tarde.

Yo prefiero disimular ante estas señoras porfiadas, por que me agota la idea de explicarles que el matrimonio para mí me resulta un accesorio, casi ortopédico. En vez de atosigarlas con mis posturas y teorías, prefiero seguirles la cuerda, y habrá más adelante tiempo para decepcionarlas.
No me preocupa en lo absoluto el hecho de no tener novia, ni planes de casamiento. Lo que si me inquieta, más bien, es la evidencia de que ya llevo tiempo sin conocer a una mujer cuya presencia realmente me erice, me alborote, me descoloque, me vulnere.

Me cruzo, sí, con chicas muy simpáticas, sin embargo, se apodera de mi la horripilante sensación de estar en el lugar equivocado, las falsas promesas de volverse a ver. No poder emocionarme y/o enamorarme febrilmente, como me ocurría antes con inusitada frecuencia, parece ser el efecto más devastador que produce esta involuntaria pared imaginaria.

Hay madrugadas en la que, presa del insomnio, me levanto de la cama, y me quedo como en trance cósmico, escrutando mi lado metafísico. ¿Qué haces?, ¿Qué buscas?, me pregunto en medio de la oscuridad, esperando estúpidamente alguna respuesta, alguna pista para entender las razones insondables de esta prematura demencia emocional. -Que te caiga un yunque marca "Acme" en la sien- me responde con mucha sorna mi voz interior.

lunes, 27 de mayo de 2019

Claudia

-Estoy tomándome un trago con Claudia, ¿te apuntas?- me escribió Natalia el viernes.
Días antes me había hablado de ella, promocionándola como una chica lozana, super divertida y muy agradable. -Deja de ser un hongo- me animó a salir con ella.
Les día el encuentro en el Rock House, cerca de la medianoche. Natalia me saludó con una sonrisa cómplice. Claudia parecía estar sobre aviso por su forma tan coqueta de hablar conmigo. Era como si ambas estuvieran tomándome el pelo. luego de un rato Natalia se disculpó para ir al baño -yo te acompaño- dijo Claudia revelando, una vez más, el aforismo de que las mujeres siempre van de a dos al sanitario.
pasado un rato las vi platicando en la barra, entonces intenté leerles los labios.
- Frlbmeme- leí
- Haa, Dafne, prolesga- leí la respuesta sonriente de Claudia.
Tenía que concentrarme más.
Leí los labios de Natalia:
- Los ginecólogos bailan sorbete.
- Y los urólogos torniquete- replicó Claudia.
Tenía que concentrarme mucho más.
- Me encanta sus berlina- dijo Claudia.
Eso o bien "me gusta su minina"
- Su minina también tiene estéreo digital.- Respondió Natalia.

- ¡Maldición!- grité, la maldita lectura de labios definitivamente no era lo mío.

Claudia se acercó y preguntó si bailaba -Claro, por lo menos lo intento- respondí de inmediato.
y así pasamos la noche, conversando y bailando; pronto descubrí que no teníamos mucho en común, le gustaba Maná, Ricardo Arjona; y un proclive a conversaciones superfluas "tienes gato", "Me gustan los gatos", "el pelo de gato no me hace daño", "los amantes de los perros inventaron eso", "quiero otro gato". por supuesto que me gustan los gatos, pero no estoy obsesionado con ellos; sin embargo sólo le seguí la corriente, por momentos se producían silencios incomodos para dar paso a un intermedio compuesto de fragmentos inconexos, de retazos de nosotros mismos que por más que nos esforzábamos, no congeniaban, de escenas sin sentido en las que pareciera que no pasa nada; pronto nos dimos cuenta que estábamos perdiendo el tiempo, así que decidimos irnos y la noche se acabó. 

Al día siguiente desperté cavilando sobre lo sucedido, tal vez yo era el problema, Claudia era linda, pero yo no estaba dispuesto a intentarlo de verdad, tal vez en ves de ver sus virtudes me empeñaba en ver defectos, defectos que tal vez no eran significativos, las vicisitudes de salir con alguien con historias sin punto final; en ese momento Natalia me llamó:
-Hola Natalia, que tal.
-No puedo creerlo.-me reclamó-. Esperaba más de ti.
-¿Qué es lo que no puedes creer?
-Que estuvieras tras mi amiga en mi cara.
-¡Pero pensé que esa era la idea!
-Eres un idiota.

Corríjanme si hice algo mal porque no logro entender cuál fue mi error. He llegado a la conclusión de que, con Natalia, siempre me toca perder.

viernes, 3 de mayo de 2019

Nuevos Amigos

"Nos vamos al Norton, ¿te apuntas?", fueron las palabras de Henry, amigo bohemio que se ha empecinado en sacarme de mis días de ermitaño; yo, por supuesto, acepto, aunque no conozco a ningún integrante de su "mancha", asumo que son como él, amigables, beodos, graciosos.

Entramos al bar, nos acomodamos convenientemente cerca a la barra, luego paso un rato oteando el panorama, fingiendo interés por el coloquio futbolero que se ha armado: "Te aseguro que era penal", "Estas loco, ese huevón se tiro y ya", "se perdió muchos goles". Henry se ausenta por unos minutos, así que voy a la barra a comprar un trago, me asalta el presentimiento de que la mirada de alguien se ha posado irreductiblemente sobre mi; guiado por la intuición, levanto la cabeza y, efectivamente, detecto un par de ojos marrones que, desde una cara muy bonita, me miran con angelical e inesperada cordialidad; como una invitación a acercarme.
Dudo por un segundo y volteo a todos lados, no cabe duda esa mirada tiene un solo destinatario, soy yo. Los amigos de Henry se dan cuenta, y me persuaden "sutilmente", con mucha sapiencia: "Anda pues no seas maricón, sácale a bailar".

Impulsado por esa mirada y por el empujón de mis "nuevos" amigos bohemios, voy a su encuentro; se llama Fátima, increíblemente sabe algunas cosas de mi y, por si fuera poco, comenta, con no poca minuciosidad detalles y experiencias que me sucedieron hace mucho tiempo. 
Aún algo confundido, pero en vista de que la charla discurre naturalmente, decido sacarla a bailar; una vez en la pista, rápidamente queda en evidencia que ella baila mucho mejor que yo, mientras ella despliega todo un talentoso repertorio de coreografías, yo lo único que hago es sacudir flojamente la cadera y recurrir al mismo pasito "de un lado a otro" de toda la vida. Ella parece Beyoncé y yo uno de los Shapis.

A cada minuto que pasa encuentro que Fátima es, además de bonita, graciosa y divertida, una chica a la que valdría la pena seguir conociendo, pienso en eso y siento que seria un reverendo tarugo si no pacto alguna cita para otro día.
Llegado el momento de despedirme, le pido su número de celular y ella me lo dá, "Espero que me llames" dice sonriendo y luego se retira.
Regreso con la collera de Henry, y noto que todos miran con chanza, hablando entre ellos, riendo de vez en cuando; Henry se para algo incómodo, me observa seriamente y dice: "¿Qué tanto hablabas con mi hermana?".

martes, 30 de abril de 2019

Pelea

Siento un golpe en la mejilla izquierda, golpe que me hace retroceder dos pasos, uno de esos golpes que más que dolerte, te indignan, el alboroto en la discoteca se hace cada vez mas notorio; me siento humillado, ahora pretendo ir con todo y, con mejor puntería, darle un buen golpe, que si bien no podría ganar, por lo menos daría batalla. Estoy por abalanzarme sobre él cuando dos orangutanes de polo negro me detienen y me arrastran hasta la puerta de salida, parezco un títere suspendido en el aire en medio de esos forzudos agentes de seguridad.

A lo lejos, Sara me mira con compasión, sospecho que ha estado disfrutando todo el espectáculo, como la típica chica que secretamente adora que dos fulanos se peleen por ella, y ella, por supuesto, se va contenta con el ganador como quien lo condecora, sintiéndose un premio bien merecido; un pensamiento machista debo decir.

Es la primera vez que me botan de un lugar, hay gente mirándome con lástima; yo solo atino a lanzar improperios sin destinatario; estoy más ebrio de lo que sospechaba, pienso en el fondo que al expulsarme del local, los de seguridad, me han salvado de una paliza; si la pelea hubiera durado unos minutos más, seguramente ahora estaría en alguna clínica esforzándome por mover mi cuerpo.

Cuando estoy decidido a largarme del lugar veo a Sara salir con su ex enamorado, me miran y se acercan hacia mi; tomo aire, hago acopio de toda la rabia acumulada, y entiendo que ha llegado el momento, me van a masacrar, aprieto la mandíbula, cierro los puños y me encomiendo velozmente a la Virgen del Chapi.

Para mi sorpresa la cara del ex ha cambiado, de bulldog rabioso mutó a una cara gentil y amistosa.
- Lo siento compadre. -dijo para asombro mío, lo dijo a regañadientes, como si se tratase de un niño obligado, Sara lo estaba forzando, luego la cogió de la mano y se fueron juntos, Sara sólo atino a decir en voz baja "Lo siento".
Que rayos ha pasado aquí; la primera pelea oficial de mi vida acaba de ser suspendida, la borrachera se me ha pasado. La gente que nos había rodeado, esperando seguramente un espectáculo, una gresca; se retira defraudada. 

Cuando llego a casa me voy a dormir con una mezcla de asombro y frustración, como es inevitable, sueño con Sara, pero en el sueño las cosas ocurren distinto: Ella me besa, yo liquido a su ex con un monumental derechazo en la cien, y toda la discoteca me ovaciona, incluido el DJ que, en un detallazo, pone Eye of the Tiger, la canción de Rocky a todo volumen.
¿Es cierto que las mujeres masajean su ego cuando dos hombres se van a las manos por ellas? ¿Es preferible ser un tipo honorable pero ileso? ¿O es mejor que te rompan la cara antes de que te rompan el corazón?.

lunes, 29 de abril de 2019

Buscapleitos

El feeling entre Sara y yo se frustra abruptamente por la intromisión de este ser displicente. Sara me mira como diciendo: "Dame un segundo para arreglar esto" y yo me alejo de la escena maldiciendo en voz baja "Soy un huevón, imbécil".

Me acerco a la barra a pedir otro trago que me haga pasar el mal sabor de boca, y me percato que a lado se encuentra Henry, un buen amigo de años, aunque un poco "sazonado" de alcohol; luego de un saludo mas que protocolar, le cuento lo sucedido, me dice: "¿Donde esta ese imbécil para partirlo?"; mi amigo Henry tiene síndrome de boxeador jubilado y es capaz de armar una pelea por una tonteria como esa; yo que soy un aburrido pacifista, cual hippie setentero, trato de calmarlo: "Ya fue", le aseguro.

Estaba a punto de olvidar el incidente y Sara reaparece para decirme que ya habló con su ex y que ahora sí podemos seguir bailando tranquilos; accedo, con la ilusión de reconstruir el clima romántico en el que estábamos envueltos. Todo marcha bien, nos abrazamos en la pista, le susurro cosquillas en la oreja (como diría Rene Perez), ella me da un beso delicado en el cuello, era la señal que estaba esperando; pero justo cuando empiezo a buscar sus labios, el DJ no tiene mejor idea que poner una secuencia de infartante música electrónica, y eso despierta en Sara unas indomables ganas de saltar y sacudirse. Maldito DJ; soporto con estoicismo los largos minutos que dura ese mini rave, todo sea por Sarita, pienso.

Nada volvería a ser igual, pues resucita, emerge de las sombras como un espectro el execrable ex enamorado. Habla con Sara en mis narices y se le insinúa bravuconamente.
No tengo idea de que diablos hacer; reparo en que estoy furioso, desde que llegué he tratado de pasarlo bien pero no lo he conseguido, Henry esta perdido, la música me hace bailar como un retrasado, el DJ conspira contra mis deseos y ahora nuevamente tengo que lidear con la presencia de este incómodo tipejo.

Trato de hablar con Sara, pero el ex no lo permite, me empuja sin fuerza y me advierte: "No te metas que vas a perder". Palabras que calaron rabiosamente en mi, ya basta, estoy furioso, necio, colérico y sobre todo algo "picado"; una combinación muy peligrosa.

Le pido a Sara que nos vayamos, el ex me amenaza y siento su mal aliento; yo le respondo y todo queda en silencio, de pronto todos han abierto espacio en la pista de baile, como quien prepara una pelea de colegio. El me empuja y se pone en guardia, insultándome de una manera intimidante. Su empujón casi me tumba al suelo, así que me incorporo dispuesto a hacer gala de toda mi torpeza para pelear; trato de aplicarle un derechazo en la cara; si, trato, derechazo que se pierde en el aire.

domingo, 28 de abril de 2019

La Cita

Prepararse para una "primera cita" puede ser complicado, sobre todo cuando no lo has hecho en años me encontraba muy ansioso, turbado; solo quería no cagarla; pues a pesar de mi comportamiento bien "suelto de huesos" del día anterior, que más bien la atribuía a la presencia de mi amiga Natalia, ahora me sentía muy intranquilo. la visión de mi imagen reflejada en el espejo, hacia notar a alguien que estaba a punto de dar su primer examen de ingreso a la universidad; - ¡Vamos!¡no te achiques ahora!, esto es lo que querías, pues ¡hazlo bien! -decía mi yo interior, queriendo pregonar algo de confianza.

Respire profundo y fui a buscar a Sara, ella vive en un departamento a media cuadra del estadio, cuando salió me sonrió de inmediato, esa misma sonrisa demoledora del día anterior que me hizo tambalear. Fuimos a un bar/discoteca, donde la música no es muy alta para poder hablar pero tampoco muy baja como para no poder bailar.

Nos sentamos y hablamos, regreso en mi la comodidad y el nerviosismo se fue. Teníamos mucho en común, nos gustaban las mismas películas (Predestination, Los Otros, Cruel Intentions), nos gustaban las mismas lecturas (Canción de Hielo y Fuego, La Conjura de los Necios, Maldito Karma) y odiábamos las mismas cosas (Los hipócritas). 

Todo fluía bien, todo iba sobre ruedas, "Vamos a bailar", me dijo de pronto, jalándome arbitrariamente a la pista, suena una canción de Katty Perry pero mi cuerpo se mueve como si se tratara de "la tigresa del oriente"; lo hago muy mal y sin duda pierdo una cantidad considerable de puntos. A diferencia mía, Sara baila muy bien, creo que alguna vez participo en esos concursos de fines de semana de algún canal cusqueño.

Su baile es esplendido aunque excesivamente provocador; en ese momento el DJ pone una canción lenta, le doy un sorbo largo a mi trago y dejo el vaso en la mesa mas cercana; ella sonríe, coqueta, entrecierra un poco los ojos, con un sutil gesto de aprobación; yo celebro su coqueteo y le sonrío también; me acerco para bailar más pegados; de pronto un tipo llega y se interpone entre nosotros para hablarle, no es otro que su ex enamorado, un idiota canchero, algo musculoso, mas bajo que alto; le toco el hombro al tipejo, como diciendo: "Oye, estoy bailando con ella"; el voltea y dice "Me vuelves a tocar el hombro y te parto la cara".

sábado, 27 de abril de 2019

Sara

¿Serás tú la chica que me va a quitar el sueño esta vez?, sentir el proclive de entregar toda mi atención, pues otra vez y fiel a mi conducta saboteadora y que nunca aprende de experiencias, estaba dispuesto a darlo todo, desnudar mi alma e invitarla a salir. Sentí la ilusión de que esta vez si iba a funcionar, que seria diferente; si, así es, todos esos pensamientos y recién la iba a invitar a salir, a una cita en serio; tanto preámbulo maquinaba mi mente antes de pactar la cita deseada que ya estaba pensando en las consecuencias nefastas futuras; - Reacciona, vamos, que será ahora, otro corazón roto?, otro desastre, otra vez sentirte derrotado y sin fuerzas -Reprochaba mi yo interior- um... pues ya, que chucha, espero ahora aprendas: -"Sara, ¿quieres salir conmigo?"...

Sara es una chica que conocí hace poco, congeniamos bien, reía de todo lo que decía, tal vez por que le parecía gracioso o porque quería caerme bien, cualquiera sea el caso, surgió efecto, me fije en ella.

Pero vayamos al principio, aun estaba dolido por una relación anterior, aun tenía el corazón hecho añicos, por eso decidí no encerrarme. salir, conocer gente nueva (que se entienda bien, conocer gente, no necesariamente chicas). lastimosamente los amigos se habían dispersado con el tiempo, todos estaban emparejados, o el hecho de yo estarlo buen tiempo, hacia que ya no contaran conmigo para lo que sea. En fin, salir solo y a lo que surja, situación que no era del todo de mi agrado, pero tenia que despejar la cabeza; salí con dirección al centro, a la zona de los bares de todo calibre; fue ahí que escuche una voz que se me hacia familiar -Tu ya no saludas- dijo Natalia, amiga de épocas de colegio, amiga que hacia mas de 8 años no veía, siempre nos molestaban pero nunca tuvimos nada, ni lo pensamos, solo nos llevábamos bien - Hola a los años! - la salude.

- Como estas, si de tiempo que ha sido de ti
- Bien, bien, como estas tu, estabas fuera de Cusco verdad?
- Bien todo bien trabajando en Lima, pero ahora ves de vacaciones.
- Que chevere, y a donde vas ahora que planes
- Esperando a una amiga, quedamos en encontrarnos en el centro y tu que planes
- Pues la verdad sali a la deriva, creo que solo necesitaba un trago y ya
- Pues bien ya seremos 3, apúntate
- Dale pues

Mientras esperábamos a su amiga en la calle Tecsecocha, Natalia me contaba sobre sus peripecias para encontrar un buen trabajo en Lima, ella es contadora, primero comenzó en una ONG ambientalista en Cusco, luego la mandaron para Arequipa, justo cuando pensaba en renunciar y regresar le llego la oferta de trabajo de su anterior jefa para irse a Lima; acepto según ella por la experiencia, pero, vamos, más la sedujo el salario.

- Oh mira ahí viene mi amiga.
- Hola Sara, te presento a mi patasa de colegio.

Sara me saludó con una sonrisa encantadora, atisbé cierto nerviosismo en ella, eso me cautivó de una forma tierna. Tenia el pelo castaño, graciosamente ondulado, ojos grandes, labios carnosos, pómulos coquetos; quede encandilado de inmediato.
La noche transcurrió con anécdotas cómicas, me sentía cómodo y platicaba con desparpajo y, por su puesto, Sara se desternillaba de risa con cada pachotada que decía.

- Bueno es hora de irnos, te parece si me llevas primero a mi y luego llevas a Sara a su casa? - Dijo Natalia con una mirada cómplice.
Sara por supuesto se dió cuenta pero no dijo, mas al contrario, sonrió; esa sonrisa es la que ahora me hace cavilar tanto y propensa a invitarla a salir, conocerla mejor, saber de sus gustos, su sentido del humor; si somos compatibles.

- Sara ¿Quieres salir conmigo?... ¿mañana tal vez?.
-  Me gustaría mucho.

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