Que planes
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Otro fin de semana y, para variar, no tengo qué hacer, nadie llama al celular, ni recibo mensajes; todos los amigos con los que me provocaría salir o están casados o están con enamorada o en inminente proceso de tenerla. Por ese motivo ni les timbro. No quisiera interferir en sus planes, ni acoplarme a ellos, no tengo ganas de hacer el papel de violinista. Ya más de una vez he salido en grupo, con dos o tres parejas. Es entretenido si vamos a comer y tomar algo, el hecho de estar sólo pasa completamente desapercibido.
Pero es lúgubre cuando proponen ir a bailar y una vez en la discoteca observas cómo tus amigos, en un gesto de tierna y silenciosa solidaridad, se van turnando para no dejarte sólo. Es peor cuando sus novias ejercen de "consideradas" y te sacan a bailar para que tú, el soltero del clan, también te diviertas, como si fueras un lisiado al que hay que tratar de hacer sentir normal. Es más penoso aún cuando todos quieren bailar una canción de moda, y para no abandonarte al borde de la barra te arrastran a la pista, hacen un circulo y te empujan dentro, creyendo que así te hacen un favor.
Cansado de que no ocurra nada, decido meterme al cine, quiero ver "La Pasión de Javier Heraud", película biográfica sobre un poeta guerrillero peruano; sin embargo al ver que falta más de una hora para que empiece, me decido por otra, una comedia romántica gringa que esta por comenzar, cuyo afiche promocional sugiere ser extravagante y graciosa; me siento como un bicho raro haciendo una cola que está completamente formada por parejitas acarameladas. Al boletero también le debo parecer un tipo extraño, pues insiste repetidas veces "¿una entrada o dos?", "¿sólo una?".
La sala es un campo de concentración amoroso, hay dúos de novios y esposos de todas las edades, están en todas las filas, apretujados, desparramados sobre sus asientos, compartiendo el mismo pote de canchita. La película no puede ser más predecible, es sobre un típico galán exitoso que se fija en la niña agraciada, antisocial (Cliché), ésta a la vez esta convencida de que este adonis es un patán mujeriego, sin embargo el galán demuestra que tiene sentimientos sinceros por ella (Cliché); pero para convencerla, y antes que se marche muy lejos, va a alcanzarla al aeropuerto pasando por muchas peripecias para llegar (Cliché), ya en el aeropuerto brama todo lo que siente por ella y se arrodilla jurando amor sincero y, el colmo de los clichés, todo el aeropuerto está tan conmovido con la escena que, cuando la pareja se abraza y besuquea, todos aplauden sonriendo. FIN.
La cinta termina y todas la parejas desalojan la sala, se les ve más enamoradas que cuando llegaron, se han dejado persuadir por la utopía de la historia y el azúcar que el filme a segregado y ahora se creen más felices que hace dos horas.
Si alguna vez me sentí así, no recuerdo; sin embargo si ha habido muchas películas que me han cautivado, de géneros distintos, como Sliding Doors, Cruel Intentions, Rang de Basanti; por mencionar algunos. En fin, será en otra ocasión.
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