lunes, 14 de diciembre de 2020

Plan B

-A ti te molestaría que yo salga con otra chica verdad?.
-No lo sé, pero no tendría derecho a decirte que no lo hagas.

Que tonto, pienso, no se por que hago una pregunta cuya respuesta es tan predecible. A veces uno tiene esas flaquezas: hace preguntas dañinas por puro masoquismo, solo para confirmar y constatar lo que ya sabe de antemano.

Romina da por concluida la conversación recordándome que al día siguiente tengo mucho trabajo acumulado (creo que ha usado ese pretexto para colgar el teléfono).

Me quedo sentado en el sillón, con una sensación fraudulenta. Enciendo el televisor mientras pienso en lo sucedido; ¿Qué haces cuando la chica con la que estas saliendo, un día te insinúa que le ha provocado salir con otro? No puedes hacer nada, salvo aceptar a regañadientes. El noticiero informa sobre un incendio que a destruido varios puestos de venta en un mercado en SJL de Lima, entrevistan a un señor que parece haberlo perdido todo; siento que de los dos es él quien tiene un verdadero problema a cuestas. Me doy cuenta de que a su lado mis miedos sentimentales son una cojudez, una insignificancia de lo más banal; en comparación con ese hombre, me da vergüenza sentirme mal. Para cambiar de semblante me mentalizo con arengas de lo más despechadas. "Si Romina quiere salir con otro pata, pues yo también saldré con otra chica. No voy a quedarme de brazos cruzados".

Algunos amigos tienen una especie de "agenda negra" para este tipo de circunstancias, esperando, quizás, un consejo útil de estos "trajinados" en tales experiencias, los llamo, claro que platicar con ellos es proferir un nuevo glosario, un vocabulario mas chabacano que, aunque suene ordinario, hace  que la conversación fluya, sea más jovial y ocurrente. 

-Que tal Raul, que planes.
-Habla huevon, tranqui, que hay para hacer.
-Quería unos consejos, vamos a comer algo, que dices.
-¿A comer?, no jodas pues, ¡vamos a beber!. 
-Pero por la pandemia no esta ningún bar abierto.
-No te preocupes, ahora en los bares pides algo para "picar" una hamburguesa por ejemplo y listo, ya puedes beber lo que te de la gana. Nos vemos en la plaza.

La plaza de armas del Cusco solía ser un lugar muy concurrido por locales y turistas, todos los bares, karaokes, tabernas y discotecas pululaban de beodos entusiastas, abundaban los "gringos" y los "bricheros", esos que maldecíamos porque, inexplicablemente, tenían a decenas de extranjeras guapas comiendo de su mano; de puros envidiosos siempre beatificábamos a las latinas, diciendo que las gringas eran fofas y desabridas, y que nada era mejor que una peruana turgente y salerosa, lamentablemente nuestra perorata era inútil, así como las gringas estaban  excesivamente pendiente de los más autóctonos del lugar, las peruanas estaban mas interesadas en los gringos larguiruchos, todo en nombre del intercambio cultural. Ahora la plaza se veía desolada, la pandemia a golpeado duramente a los establecimientos de alrededor.

-Ves sonso, todo cerrado, ahora donde vamos.
-Tranquilo, déjame llamar a Pavel, ese idiota conoce lugares.

Llamar a Pavel era sinónimo de perdición, de estar hasta las ultimas consecuencias, de amanecer en San Jeronimo o en Urubamba. 

-Alo Huevon.
-Si, con él.
-Jajaja oye idiota vamos al bar, ¿te apuntas?.
-Listo imbécil, conozco un  lugar mostro.

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